La propuesta de creación del Parque Nacional Ansenuza en la laguna de Mar Chiquita y los bañados del Río Dulce es vista por intendentes locales como una oportunidad para desarrollar el ecoturismo y diversificar las economías regionales de la zona, a la vez que para los biólogos es una oportunidad para restaurar las poblaciones de fauna y flora nativas.
Desde 2017, cuando comenzó el proceso en busca de conformar el parque nacional, en la Región de Ansenuza se vienen desarrollando diferentes actividades junto con las localidades que rodean este gran lago salado para estimular el turismo sustentable, basado en el avistamiento de aves, ya que allí se concentran 380 especies donde se destacan las bandadas de flamencos, indicaron jefes comunales del área a Télam.
A nivel turístico, actualmente se está trabajando en el desarrollo de la región Ansenuza como destino de turismo sustentable a través de la conformación de un circuito que una a todas las localidades potenciando sus atractivos naturales y culturales.
El turismo de naturaleza consta de senderismo, cabalgatas, kayaks, observación de aves, mientras que en el turismo rural, el gastronómico y religioso son los puntos fuertes del lugar.
«Estamos ante un cambio de paradigma, nuestro mayor desafío es la concientización de que tenemos que preservar esta zona», aseguró Jorge Bria, intendente de Morteros.
«El parque nacional le daría otra vuelta de rosca a nuestras economías regionales, que hoy son sólo agropecuarias», aseveró el intendente de Brinkman, Gustavo Tevez.
Martín Guzmán, intendente de La Para, aseguró que la conformación del Parque Nacional «da una imagen de la zona, nos hace visibles al mundo».
«Hay que valorar y cuidar lo que tenemos ya que una gran cantidad de biodiversidad, muchas veces ni la gente de acá la conoce. Es una urgencia declarar este parque», aseguró Guzmán sobre el turismo de avistaje de aves que podría llegar con la llegada del parque.
«Hay una cuestión de infraestructura que hay que resolver, ponerse a la altura de las circunstancias», advirtió.
La laguna de Mar Chiquita y los Bañados del Río Dulce son un enorme humedal, de alrededor de un millón de hectáreas, considerado un sitio clave para la conservación de la biodiversidad a nivel global.
Es una cuenca cerrada alimentada por tres ríos: el Dulce también llamado Salí, el Primero denominado Suquía, y Segundo, conocido como Xanaes.
Este ecosistema complejo comprende una gran diversidad de ambientes que incluyen el enorme espejo de agua salina, los cauces de los ríos, lagunas permanentes y temporarias, playas barrosas, matorrales de arbustos y cardones, bosques de tipo chaqueño y espinal, salinas, amplios pastizales y sabanas inundables.
Estos componen una unidad integral y son reconocidos como escenario de gran valor ecológico, paisajístico, económico, cultural, científico y recreativo.
La laguna pertenece a la Red Internacional de Lagos Vivientes y fue hermanado con los lagos salados Mono Lake y Salt Lake, en Estados Unidos, ya que en los tres se posa un ave migratoria.
«Algunas poblaciones como los falaropos migran hacia Estados Unidos y Canadá, entonces sin la protección de la Mar Chiquita sería un desastre internacional», explicó Laura Josens, bióloga e integrante de la ONG Aves Argentinas.
«Hay una biodiversidad única en áreas pequeñas hoy en día, si restauramos los ecosistemas habrá más», sostuvo sobre los avances que significaría declarar esta zona como parque nacional e impulsar políticas de conservación y restauración de flora y fauna autóctona.
«La gente está ávida de hacer cosas en la naturaleza. Queremos un parque sin restricciones, que sea por y para la gente», concluyó.