DESCRIPCIÓN. Mide 65 cm. La más grande de las garzas blancas, su pico es amarillo y sus patas completamente negras, características que la diferencian de las demás. En la época de cría le salen plumas blancas largas y desflecadas en el dorso y el pecho, denominadas aigrettes.
COMPORTAMIENTO. Solitaria o en grupos junto con las otras especies de garzas. Es común verla volar sobre alguna laguna a baja altura, con su elegancia sin igual, como también parada en los árboles o postes de alambrados.
HÁBITAT. A diferencia de las otras garzas por lo general siempre se ubica en espejos de agua, como lagunas, zanjas y campos inundados; está muy asociada al agua y rara vez se aleja de ella.
ALIMENTACIÓN. Peces, anfibios, reptiles e insectos son sus presas preferidas, aunque come todo lo que esté a su alcance en las lagunas. Para cazar, camina lentamente por la orilla mientras espera, con paciencia, a que pase una presa, y en ese momento lanza un picotazo veloz.
NIDO. Lo construye en colonias, junto a otras especies de garzas u otras aves acuáticas como cuervillos; anida en árboles o en juncales. Construye en una plataforma de palitos o juncos donde deposita 3 huevos celestes claros. El macho y la hembra llevan a cabo la incubación durante unos 24 días. Los pichones, de plumón blanco, permanecen en el nido, donde son alimentados por ambos padres hasta que aprenden a volar; abandonan la seguridad del nido al cabo de 6 semanas.
SITUACIÓN. Abundante. Sin grandes cambios en sus poblaciones; se asocia con la actividad humana. Entre 1890 y 1900 había casi desaparecido de Buenos Aires a causa de la caza intensiva a que fue sometida para obtener las aigrettes, que servían para adornar los sombreros de las damas. Por suerte, para mediados de la década de 1930 esto pasó de moda y sus poblaciones se recuperaron.
DISTRIBUCIÓN. Se la encuentra desde América del Norte hasta el sur de Argentina.
Foto de Quique Sanz